lunes, 30 de julio de 2007

La Sabiduría de la Ignorancia

"Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan y os digo que ni Salomón en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos" Mt 6,24-34

Hay muchas corrientes filosóficas que hablan de la sabiduría de no cuestionarse las cosas y hasta cierto punto tienen razón, pero si me pregunto ¿para qué pensar si la conclusión de esos pensamientos es la sabiduría de aceptar la naturaleza como es? Entonces me puedo preguntar ¿para qué vivir si se que el final es morir?... es como decir que nuestra naturaleza humana de comprender y transformar es un error. Yo discrepo de eso, nuestra naturaleza es parte de la naturaleza, una parte distinta pero una parte al fin y al cabo; ¿por qué hablar del universo como algo en lo que estamos en lugar de hablar de él como algo a lo que pertenecemos? Y si pertenecemos a él ¿cuál es nuestro rol en él?

Para responder estas preguntas (a diferencia de esos lirios que no se hacen preguntas) debemos entender nuestra naturaleza: sentimos, cuestionamos, racionalizamos y transformamos.

Entonces frases de grandes filósofos como “sólo sé que nada sé” o “el hombre nace sabiendo todo lo que necesita saber” se contraponen a la naturaleza humana, en efecto, si no aceptamos nuestra naturaleza como parte necesaria de un todo entonces caemos en una desesperante crisis existencial que nos hace pensar que no sabemos nada o que no se justifica tratar de saber más de lo que naturaleza nos dio en nuestros instintivos conocimientos. Pues bien, muchos filósofos (no todos) nos hablan como si fueran pensamientos y la verdad es que son hombres pensando y no pensamientos por sí solos ¿eso nos limita? Por supuesto, nos limita a la realidad ¿qué valor tiene un pensamiento ilimitado sobre algo que no existe? Ninguno. Es fundamental entender esto para no caer en la locura de intentar explicar lo que es por esencia inexplicable (eso me recuerda al sabio Einstein en sus últimos días intentando hacer una fórmula que lo explicase todo). Esto me lleva a una idea que he planteado en otro artículo: “el todo es infinito, entonces, ¿cómo explicar lo que no se puede alcanzar?” no se puede y en el imaginario caso de que se pudiera entonces nuestra existencia ya no tendría un sentido, que es el de avanzar, ya que no habría más camino por avanzar. ¿Los lirios pueden avanzar? No, esto no los hace peores ni mejores, sino simplemente distintos, la naturaleza de una roca es la de existir, la de una flor crecer y la de nosotros desarrollarnos eternamente con “tendencia” al infinito y es esa naturaleza la que debemos aceptar y no cuestionar… como los lirios que crecen en el campo y no cuestionan su existencia.

El conocimiento entonces es una necesidad de la naturaleza humana, de nuestra existencia, necesidad que nos hace desarrollarnos, que nos nutre y que hace que cumplamos nuestro papel en la naturaleza. No debemos atormentarnos entonces pensando que vamos en contra de algo, sino que somos parte necesaria de un algo. Debemos alcanzar la sabiduría de la ignorancia a través del conocimiento y no de una vida meramente contemplativa (¿es parte la filosofía cierto?).

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